Artesonidos 1 «música en vivo en Feria de Artesanía Bellavista»

«¡Devuelta a las pistas!» Eso iniciaba en mis pensamientos, comenzando el año 2024 con tremendas noticias musicales, una de ellas es el evento «Artesonidos» convocado, provocado e incentivado por Sonido Viral, en colaboración con el espacio de artesanos «Feria de Artesanía Bellavista» en una búsqueda por dar vida al sector de Bellavista; lugar de muchos acontecimientos eufóricos, anecdóticos y emocionantes.
Máscaras hechas con cuero, cruces hechas a partir de cucharas de alpaca, Jesucristo hecho de tenedor con madera y malaquita, instrumentos musicales como zampoña y quenas… Recuerdo no sólo los productos artesanales que creaban los artesanos, sino a los artesanos mismos que con duro esfuerzo fabricaban sus creaciones con una imaginación inimaginable; saber aprovechar cada centímetro de material para lograr, en efecto, una obra única, excepcional. En aquellos días, un niño de pelo largo corría por «la feria«, lleno de polvo en el cuerpo, pensando en que algún día sería tan famoso (en aquel entonces) como Zamorano. Tan joven y lleno de sueños, siempre acompañado de las melodías, puesto que al terminar el día y dejar reposar el cuero del «yembé» las estrellas se alineaban de tal forma que los vendedores de los puestos se agrupaban a buscar su instrumento y dejar fluir la música; hasta el más desafinado, era afín al encuentro.
Mientras el ruido estruendoso de un martillo arremetiendo contra un yunque palpitaba en el corazón de aquel niño que jugaba en el Parque Gómez Rojas , también lo hacía el bombo de una batería «rockera» en el escenario: Estaban sonando los Deep Purple, tal cual… o al menos eso parecía percibir sus oídos mientras jugaba «a la pelota». Todas las noches se organizaban los músicos para tocar en el escenario y dar un «show», había sincronía entre un carabinero y un «punkie» en fumarse un cigarro en la cabina cercana al escenario, luego de haberse comprado unas sopaipillas en la esquina de Pío Nono.
Todos estos acontecimientos no son más que una pequeña muestra de muchas vivencias que ocurrieron y formaron un vestigio, degradando el metal de aquellos puestos comerciales como un reflejo de lo que fue, como una flama apagándose de a poco o un sonido ya inaudible al oído. Sin embargo, la nota queda impregnada en la memoria, la melodía se incrusta en el corazón y el sonido se hace viral; aquél niño enlodado que creció con esa semilla, hoy busca pulir el metal oxidado, levantar el escenario del polvo y utilizarlo como una herramienta para anclar al público con la música; anexar el espíritu artístico con lo que las manos pueden realizar y crear; hacer florecer el lugar y recordarle que en algún momento de su historia hubo gloria y que eso puede volver a ser; un lugar para el encuentro en familia o para llevarse un lindo recuerdo con su artesano preferido o, quizás, su canción favorita.